miércoles, 30 de marzo de 2016

La ultima estrella en el cielo (Parte I: Atardece) | Relato propio


Hola, aquí ando.

Tras un breve lapso quiero volver a escribir en mi blog con la misma idea que tenía al principio de escribir sobre cualquier cosa de la que tenga antojo, reseñar, opinar, dar impresiones, criticar y por supuesto tomar mi pluma y explayar lo que tenga ganas de tatuar en papel, para ello nació toquepluma.

Quiero compartir un pequeño relato que dividí en tres partes. un poco dramático, un poco trágico pero romántico, si quieren leerlo aquí esta la primera parte:
   

La ultima estrella en el cielo
  
I

         Atardece         

Casi cae el ocaso, el primero pero igualmente irremediable; es verdad que no quiero creerlo pero me es inevitable no poder verlo. Todo es como el clímax de una película, el sutil desvanecer de una melodía a punto de terminar, como el preámbulo del agónico que con sus bocanadas cada vez más intensas intenta jalar aire como si el oxígeno en cualquier instante fuese a acabarse; es como observar el lento sofocar de una flama, pasar una página, otra y otra más notando que cada vez hay más papel al lado izquierdo de tu pulgar, como el otoño del año, las hojas naranjas y un ligero bajón en la temperatura nos avisa que queda poco para despedir la noche vieja.

Todo lo veo tan nítido, todo lo veo tan lleno de luz y aun así me desespera sentir como me empieza a abordar la nostalgia, veo al sol a punto de besar el horizonte; presiento el helado viento que se aproxima y eso no me gusta, me recorre un escalofrío cada que lo visualizo, me arrebata el vacío pensar en cómo sería mi vida sin su calor, no es tan difícil recordar las veces que entibió mis manos, que acarició su albor por primera vez mis mejillas, los momentos en los que iluminó las sombras que me rodeaban; tengo que agradecerle especialmente como me dejó ver con claridad lugares, detalles e incluso cosas en mi persona que no hubiera notado. Me ha acompañado por campos y colinas verdes, bosques perenes, lagos hermosos, ¡te juro que jamás antes había visto ese tipo de flores!, me mostró por donde tomar una rosa sin pincharme, apreciar los colores en todas las tonalidades, como digo, me enseñó a disfrutar los detalles de la vida.

Los detalles de la vida; si… es cierto, no todo ha sido maravilloso. Claro que no siempre brilló todo con la misma intensidad. Alguna vez traté de ver sus ojos  y ello fue incandescente, no pude, quedé ciego por un rato tuve que poner hielo en mis parpados y darme un masaje, me dijo con voz irritada y ofendida que no lo volviera a hacer, yo no supe por qué pero presentí que aún no me ganaba su confianza, no quería que le viera directo a los ojos y pudiera notar sus secretos, sus desperfectos, su intimidad, yo no era digno. En otra ocasión le hice enfadar aún más, no había razón simplemente se puso irritable y en oleadas de flamas golpeaba, mi pecho, rasgaba mi espalda, pellizcaba mis brazos, quemaba mi piel; me lastimó tanto que tuve que esconderme, no quería que me hiriera más, mi corazón no aguantaba más estocadas y recurrí a las faldas de un sauce quien me acurrucó en su sombra; es verdad que se disculpó casi inmediatamente, se excusó en una disputa con algún otro astro, por su carácter es entendible pero por mi sensibilidad, el ardor en mi piel me invitaba a ignorarle pero no, ¡claro que le perdoné! y suavemente acarició mis heridas y les dio delicado calor. Hubo otras veces en la que fue todo al revés; soy de labia punzante, se me da con facilidad tocar los puntos débiles de las inseguridades, más aparte soy volátil, es sencillo encenderme y por supuesto entenderás que es irónico ya que la especialidad suya era lanzar pequeñas llamaradas casi sin darse cuenta y ahí era cuando yo explotaba, mi sentir le abofeteaba el alma y así corría a esconderse, tomaba varias nubes y las usaba de escondrijo, era obvio que yo podía advertir su presencia, su brillo era enorme que incluso con las nubes más espesas que encontrara, el cielo apenas podía verse gris; había veces que le lastimé tan mal que exprimía sus lágrimas usando nubarrones de servilletas, así su tristeza escurría por la Tierra; en otra ocasión era rabia y pena lo que le contagiaba que transformaba los chubascos en tormentas, apretaba tanto esas nubes que las dejaba negras y les salían disparados como rayos sentimientos frustrados y enojo. Como puedes ver no todo fue oro…

Pero, ¿Podría yo vivir sin que me muestre el camino? Su luminiscencia es tal que no importa en donde me localice podría contar con su resplandeciente tacto en mi espalda, incluso debajo de la sombra del sauce, o detrás de nubes, podía sentir siempre su presencia en cualquier lugar. ¡Y vaya que he estado en los peores lugares!, batallando los monstruos más temibles, lidiando con los enemigos más formidables, riñendo las bestias más feroces; he estado en acantilados en donde reina el vértigo, he escalado tantas montañas empolvadas de nieve, he atravesado pantanos asquerosos llenos de ponzoña e inmundicia, selvas densas; todo de manera casi solitaria, solo sus rayos me seguían sin dudarlo, de verdad me ayudaba, no había trinchera ni batalla que librara en la que yo pudiera sentirme plenamente solo. Obviamente siendo como soy; melancólico por naturaleza, repelente por conveniencia, incongruente, por desgracia, siempre cambiante; por ello que alguien me acompañase en mi odisea es tan loable como mi propia guerra. Por ello, ¿Cómo resistiré un mundo en donde no este tu presencia? Pese a tu carácter, pese a mi forma de ser, hacemos buena mancuerna, tú en el paraíso precioso firmamento yo en esta averno sereno terrenal, mis poemas que te avivan y rememoran tu fulgor que me permite ver el lápiz con el que dibujo tu nombre. O eso es lo tanto que creí darte, ya que lo menciono, parece que yo no di tanto como lo que he recibido gracias a ti, ¿es está la causa de tu silencio? ¿Un montón de rencor y descuido?, pero puedo decirte que no fue un error, soy un ser pequeño y te ofrecí en cada segundo de lo que hemos vivido juntos todo lo que pude darte, mi primer amor, tal vez por serlo no tengo la experiencia y en realidad no sé amar, ¿Crees eso verdad?  Tal vez lo que yo conozco como amor para ti se reduce a migajas de cariño y afecto,  me invade la tristeza, estoy viendo tu indiferencia color naranja, tu luz se está atenuando y mi corazón comienza a sentirse frio, ¿por qué te quejas que tu calor nunca fue suficiente? ¿Soy tan frio que ni tu luz pudo hacerme hervir mi sangre para que fluyera locamente enamorada por ti? A decir verdad, es cierto que soy de sangre fría, mente fría, soy un ser frio, pero tu calor me fascina, tu calor me hace sentir vivo y ahora enloquezco, es maldito ese porvenir que veo sin tu calor, deseo que estés conmigo para siempre; todo se vuelve más y más naranja, recuerdo tu luz como era al alba, un amanecer tibio en el que te conocí el cual poco a poco comenzó a calentarse, ahora parece todo lo contrario, parece perecer pero sigues mi Sol sin hablarme.

Te dignas a regalarme un gesto a tal final que se presenta, tu brillo se refleja en el agua del lago y golpea sutilmente mis ojos, te veo como nunca antes, te posas majestuosamente aunque tu silueta llega a opacarse, me susurras lo que yo ya sabía, dejaste de amarme y tienes la mira puesta en un nuevo horizonte, un nuevo futuro en donde por supuesto que yo no estaré presente; sumido en pavor y odio le recrimino que tampoco supo amarme, le recuerdo que yo intenté varias veces alcanzarle, que cada vez que trepaba a la más elevada cúspide huía y que cada que intentaba tomarle por su cintura escapaba; le reclamo como siempre se distanciaba de mi sin importarle como me sentía o si yo quería tenerle más cerca ni le importaba. Mientras decía esto reparé en como las nubes se sonrojaban y el cielo comenzaba a verse de un morado tenue, y mi Sol me destellaba radiante pero sin calar, fue ahí cuando le escucho decir que todo lo hizo por mí, no querías verme arder, no querías ver el fuego de tu pasión quemarme hasta los huesos y desaparecer, no querías que hiciéramos el amor y fuera nuestra primera vez y la última vez que me ves; me sentí apenado pero dolido, comprendía más aun así mi ego te gritaba que tenías que haberme dado una oportunidad, quizá lo podría resistir… ¿Dime que tan frágil crees mi amor que fue mi sentimiento hacia ti? El amor no puede derretirse, el amor puede hervir pero no puede evaporarse; En ese preciso instante observe tu mirada de desprecio, por primera vez pude ver sin cegarme tus ojos, hermosos llenos de desconfianza casi sin deseo, pude ver la oscuridad en tus ojos claros y ahora me dices que esto es irreparable, no hay nada que se pueda hacer y que debo seguir, la mitad de su ser esta oculta, más de la mitad, cielo purpura, me dice que tal vez nos volvamos a ver aunque lo más probable es que no, ya apenas puedo ver su corona y todo medio nebuloso por el agua que sale de mis ojos, ya apenas puedo oír lo que dice, no me importa lo que dice, quiero que se vaya, quiero estar solo, quiero sentir el frio, el cielo se pone azul y un destello verde alumbra el lago por solo dos segundos en donde de pronto no encuentro sentido a nada, mi vida, el mundo, siento un gran vacío en el pecho y finalmente se va yo sin decir adiós y el cielo azul intenso, regreso a la privacidad de mis aposentos y comienzo a descargar cataratas de sentimientos, mis ojos empiezan a exprimirse sin nada ni nadie que las detenga sin nadie ni nada que me importe, solo noto el amargo sabor que llega a mis labios, la esperanza, sueños vividos, recuerdos que empiezan a pudrirse, a eso saben mis lágrimas.




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